El viaje
emocional.
Tu punto de
partida y de retorno.
Damarys Pacheco
Coach
Vibracional
Las emociones, más allá de quererlas
definir psicológica o biológicamente, vamos a quedarnos con una definición
sencilla: es aquello que sentimos frente a un hecho que experimentamos. Ellas
están allí, convivimos con ellas y cada uno de nosotros las maneja de un modo
particular el cual va a depender de
nuestras vivencias, modelos, costumbres, creencias, personalidad, momento,
lugar… veamos un ejemplo:
Sales de tu casa con el mejor ánimo del
mundo, la más alta vibra, ya camino a la parada
vas escuchando a tus vecinos que no hay transporte, frente a ese hecho qué sientes: rabia,
impotencia, frustración; te estresas, impacientas; te pones pesimista; lo asumes con aceptación, esperanza,
optimismo y finalmente están los que se alegran y entusiasman. Más allá de
buscar el por qué cada uno responde emocionalmente de manera una distinta, lo importante es cómo lo
asumes tú y que haces con esa emoción:
¿Qué haces con tus
emociones?
Todo acontecer genera una emoción, como
hemos visto, frente a un hecho pueden haber diversas emociones y eso está bien:
sentiste rabia, impotencia, optimismo, alegría, digamos que todo es válido, el
asunto es el remanente cuando la emoción se queda instalada en tu mente y si la
emoción es de baja vibración como la tristeza, la rabia, tu día, por no decir
tu vida puede ser… horrible.
Ahondemos un poco en esto. Los estudiosos de las emociones afirman que
la tristeza, por ejemplo, tarda 4 veces más en diluirse que la alegría, qué
pasa? Que con nuestros pensamientos vamos haciendo un círculo, nos montamos en
él y no nos queremos bajar, entonces ese círculo, más rápido que lento, se
convierte en un tornillo, al cual vamos atornillando lenta pero profundamente y
lógicamente esto va marcando, definiendo nuestra personalidad, nuestro modo de
actuar, de relacionarnos…etc. Y así encontramos personas que son definidas como
negativas, pesimistas, nube gris, quejona, criticona, víctima, gruñonas…O
personas que se sienten y son definidas como: positivas, entusiastas, buena vibra, optimistas, alegres.
Esto nos lleva a nuestro viaje emocional.
Nuestro viaje emocional
Con los ejemplos dados podemos observar
lo que llamo nuestro viaje emocional, si,
cada evento, hecho, experiencia nos lleva por todo un paseo emocional
entonces en la vivencia del día a día
viajas por múltiples emociones.
Ahora bien, generalmente, todo viaje
tiene un punto de partida y un punto de
retorno, emocionalmente también es así
y vienen las grandes preguntas:
*
¿Cuál es tu punto de partida?
* ¿Cuál es la emoción que te habita y te define?
*
¿Cuál es tu punto de retorno?,
*
¿Cómo te defines tú, los demás que dicen?
Fíjate
bien y tómalo con calma: Tu punto de partida y
retorno es:
-
La rabia: recriminas, criticas, vives inconforme e indignado.
- La impaciencia: todo es lento, nada llega, no
hay tiempo
-
La víctima: sientes que el mundo te debe, los demás no te
consideran, ya nadie aprecia nada, te quejas por todo y por nada
-
La esperanza: vendrán tiempos mejores, confío en que esto cambie,
-
El entusiasmo: ¡Yo me anoto en esta!, vamos a hacer eso, estoy montada en un nuevo proyecto.
Entonces, ¿En cuál te ubicas? Ubicar,
reconocer la emoción que te define es permitirte crecer porque si por
casualidad ¡!!! Te encuentras en una emoción “de baja vibra” púes, es hora de
trabajar en ella.
Trabajar las emociones
Trabajar las emociones es reconocerlas,
Aceptar honestamente lo que es y
entender el por qué esta allí y por qué tu estas allí. Esto te permite mejorar
tus relaciones contigo mismo y con los demás, crecer como persona y sobre todo
entender, comprender que si sigues haciendo lo mismo, actuando de la misma
manera, reaccionando desde el mismo lugar vas
a seguir teniendo los mismos resultados (Ley de atracción).
Si
en nuestro viaje emocional el punto de partida y retorno es una emoción de baja
vibra hay algunas cosas que pudiéramos hacer para no seguir anclándonos en
ella. Atención, son sugerencias más no
es una receta y para avanzar es
conveniente ejercitar contante y conscientemente. Aquí vamos:
1.- Apóyate en las
cosas en que eres “bueno”: En lo que tu mente comience a atornillar, pícale adelante y
dite a ti mismo: - oye acuérdate que yo soy: trabajador, emprendedor, honesto,
buena madre, constante, responsable, creativo…
2.- Posterga el
momento:
Como dice Scarle O´Hara en la última frase de “lo que el viento se llevó”:
“…Después de todo, mañana será otro día”. Distrae tu mente con algo distinto,
que puedas hacer en ese momento.
3.- Respira
conscientemente y medita: La respiración consciente,
como dice mi maestra de Yoga, es el alimento del alma, te relaja, te conecta,
te nutre espiritualmente. La meditación te aquieta la mente y en
consecuencia el espíritu, lo que te
permite, llevar una vida más sosegada.
4.- Piensa en lo que te
estás perdiendo: Hay un sin fin de personas, cosas, lugares, momentos que nos perdemos
por estar pegados a una emoción de baja vibra:
tus hijos, pareja, amigas, leer, ver una buena película, comer algo
sabroso, visitar gente que te aprecia, caminar en buena compañía.
5. Renuévate: Mira para los lados,
busca gente que tenga vibra más alta que tú, algo se te pega. Aprende algo
nuevo, inscríbete en un curso, explora tus destrezas.
6.- Cultiva la
aceptación: Aquello que no puedes cambiar acéptalo y pasa la página, aceptación
implica acción, es dejar de luchar contra algo que no puedes cambiar e irte por
nuevos caminos. ¡Ojo! no es resignación, ni tolerancia ni conformidad.
Te dejo esta frase de, Francisco
Giménez, creador de CRP.
Círculo de
Realización Personal
“Cuando cambias la forma en que ves las cosas,
las cosas que ves, cambian de forma”